
Por un lado, tenemos el drum ´n bass, el hip hop, el reggaeton, la música electrónica bailable, el reggae-dub, y hasta el rock. Por el otro, todo un repertorio de músicas tradicionales latinoamericanas.
¿Podemos pensar en una fusión entre todos estos mundos? Claro que si. Doña María se encarga de transmitir la esencia de nuestra música más antigua, pero dándole un perfil contemporáneo y audaz.
No es un remix de canciones folkloricas. Tampoco son las mismas canciones respetadas a rajatabla. Son versiones que nos trasladan a aquellos lugares y aquellos tiempos, con una estética urbana innegable, que resulta no sólo armoniosa sino claramente divertida.

Cuando hablamos de este grupo, hablamos de música tradicional y joven.
Chacarera y pop, bombos legüeros, guitarras criollas y samplers, conviven muy bien en sus dos discos.
La música tradicional no solo hay que recordarla. Hay que revivirla, sentirla y vivirla. Doña María logra este efecto tan necesario, y además de todo lo dicho, lo hace con una pizca de humor, ironía y crítica, condimentos que siempre y sobre todo hoy, son más que necesarios.
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